El drama se agravó con la pubertad. A los trece años sus hormonas se desataron y su pecho comenzó a crecer a mayor velocidad. Tanto, que los chicos la llamaban “Tetas de ballena”. Annie revive su calvario cuando iba a comprar sujetadores con su madre: “En la tienda me daban el más grande.?Yo usaba una talla 105, pero no me encajaba.”?Trataba de oprimir su pecho con los tirantes del sostén: “Dolía mucho, pero pensaba que encogerían.” La pobre mujer no podía poner fin a su problema porque provenía de una familia humilde. No tenía dinero para pagarse el seguro médico y mucho menos una operación de reducción de pecho.